Hace una mañana de domingo fantástica, me dispongo a dar un paseo por mi ciudad y buscar un sitio agradable donde leer el periódico. Mi periplo empieza en Arc de Triomf desde donde tomo Passeig de Sant Joan hasta el Parc de la Ciutadella. Mucha gente ha decidido hacer lo que yo y topo con mujeres, hombres y niños que aprovechan este magnífico sol de otoño. Así, a ojo de buen cubero, diría que en Passeig de Sant Joan deambulamos un 60% de oriundos, un 25% de turistas y el 15% restante, inmigrantes.
Llego al Parc de la Ciutadella y el modelo de paseantes cambia no por el origen de las personas sino por sus edades y modo de desplazarse: han aumentado los niños y jóvenes; algunos se desplazan en bicicleta. Me siento en un banco a sol y sombra y leo un rato.
Cuando termino me dirijo hacia una salida del parque que da al Passeig Picasso con la intención de ir a las Rambles, atravesando el Born, la Rivera, Ciutat Vella por calles que habré pisado un montón de veces pero que no llego a reconocer. Las tomo al azar, buscando el sol y llego a una especie de bombonería, en la que se puede comprar delicatessen de chocolate y bizcocho, de diseño. No puedo resistir la tentación y entro a comprar postre. Tal vez el propietario sea Belga; la muchacha que me atiende es sudamericana, conoce el producto a la perfección y es extremadamente amable.
Rec Comtal, Comerç, Born, Nou de Sant Francesc, Ample, Pescateria, Fossar de les Moreres, Plaça Real y un montón de calles, callejas y plazas más, con vida propia. En ellas vuelve a cambiar el modelo: hay más inmigrantes; pero sigue la tranquilidad y el aire plácido de convivencia pacífica. Entro en un todo a cien regentado por chinos a comprar pilas. Un poco más adelante entro en un supermercado. El dueño es de origen árabe, tal vez magrebí, no lo sé. Compro cous-cous, plátano y una especie de empanadillas que tienen muy buena pinta: la cena de hoy está resuelta.
Llego a las Rambles y la proporción de turistas aumenta de manera exponencial: aquí hay de todo. Añadir a la fauna urbana los artistas que realizan sus “performances” , las floristas y los quiosqueros (de prensa y animales).
Un paseo estupendo, una sensación agradable: la de vivir en un mundo en armonía, en el que reina la convivencia en paz y el mestizaje es de lo más normal. Lástima que tenga la costumbre de leer el periódico.
I. Luso
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